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Los hijos de Sión, preciados y estimados más que el oro puro,
¡Cómo son tenidos por vasijas de barro, obra de manos de alfarero!

Aun los chacales dan la teta, y amamantan a sus cachorros;
La hija de mi pueblo se ha hecho cruel como los avestruces en el desierto.

La lengua del niño de pecho se pegó a su paladar por la sed;
Los pequeñuelos pidieron pan, y no hubo quien se lo repartiese.

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